El propio exministro Margallo afirmó en La Vanguardia que “de las 150 economías del mundo, 87 son grupos multinacionales y sólo 63 son Estados, lo que permite a los grupos multinacionales imponer determinadas decisiones para instalarse”.

Si a ello le añadimos que, según el Corporate Europe Observatory (CEO), el 92% de la reuniones mantenidas con el Departamento de Comercio de la Comisión Europea durante la preparación de las negociaciones del TTIP fueron con corporaciones de presión empresariales y tuvieron lugar a puerta cerrada, ¿alguien tiene alguna duda de quién está promoviendo y a quien va a beneficiar todo este asunto?

En el otro lado tenemos a la sociedad civil organizada, que ha sido capaz de aglutinar a más de 50 organizaciones en torno a la Campaña Europea contra estos tratados y que ha conseguido reunir más de 4 millones de firmas contra el CETA y el TTIP. Además, más de dos mil ciudades en toda Europa se han declarado “zonas libres” del TTIP y del CETA, como Barcelona, Madrid, Milán, Bruselas y Viena, o como las localidades vecinas de Santa Pola, Altea o Villena, entre otras muchas. Sin embargo no ha sido así en Elche, donde una moción contra estos tratados fue rechazada en el Pleno con los votos en contra del PP, Ciudadanos y, ¡oh sorpresa!… del PSOE.

Una situación contradictoria, ya que, mientras cientos de concejales socialistas de todo el Estado español han comprendido las amenazas de estos tratados y se han atrevido a votar a favor estas mociones, el PSOE en el Parlamento Europeo (y en Elche), sigue votando sí al CETA y al TTIP.